martes, 14 de diciembre de 2010

Apriorismos y fundamentos sobre turismo
Vicente Nevárez Rojas

El mundo actual tiende a fijar en el marco del consumismo su supervivencia, en el entendido de ser éste, la solidez de la economía de los pueblos y, aunque  compartámosla o no ésta posibilidad, debe preocuparnos, porque en la eventualidad de convertirse en vórtice, podríamos perdernos en nuestra frágil estabilidad social.
Visto así el espectro, producto de la globalización, se hace inexcusable tener como país, propuestas capaces de poder competir sin angustia en un mercado cercado por una producción mundial que nos absorbe a pasos agigantados.
Y el turismo, cuyos atractivos son recursos no perecible y fuentes inagotables de ingresos, es sin lugar a dudas, nuestra más fuerte y segura posibilidad, siempre que, identifiquemos con propiedad a todos los aspectos y, sobre todo, actores que hacen posible su desarrollo, dejando de aferrarnos a una promoción geográfica sin contenido y, más bien, articulando un régimen de conducción que haga eficiente y coherente su crecimiento. No hay duda que la promoción es un componente importante en el desarrollo del turismo, pero no su piedra angular.
La calidad de los servicios que ofrecemos está visible al recorrer el territorio nacional, pues la informalidad no atendida por el Estado, es la apreciación verdadera de nuestra realidad. Es allí donde asoman las precarias condiciones en las que servimos al visitante.
El territorio de nuestro país, debe ser reconsiderado desde el punto de vista antropológico, porque el comportamiento y forma de manifestarse de sus habitantes en su medio natural, da el marco que permite a los visitantes contemporizar ambiente-vida humana; se debe incorporar, por tanto, a las comunidades propiciándoles  servicios que les sean rentables, que logren complacer al visitante percatado de un entorno que le brinda satisfacciones en medio de comodidades.
Si en verdad, es posible, que estemos frente  a una educación deficitaria impartida en los centros académicos de donde egresan profesionales que tropiezan con una formación que no concuerda con las particularidades de servicio que requieren ciertos establecimientos turísticos, es mucho más grave la inexistencia de programas de capacitación a informales que son quienes atiende mayoritariamente al turismo interno.
Los atractivos se venden más que por sus atributos, por su capacidad para satisfacer las expectativas del turista y, nuestros atractivos naturales en su gran mayoría, no son sino potenciales productos turísticos, que hasta tanto no estén puestos en valor y debidamente asistidos con servicios, no podrán ser considerados productos capaces de ser ofertados.

lunes, 22 de noviembre de 2010

LA IMPORTANCIA DEL ESPACIO TURISTICO

VICENTE NEVÁREZ ROJAS
                                                                                         
Uno de los aspectos poco discernidos que a la postre ha dado como resultado planteamientos que por su inconsistencia no aportan al verdadero desarrollo del turismo en el Ecuador, es el no reconocer que la territorialidad, es base fundamental que debe ser considerada como política de estado en este sector.
La concepción del espacio turístico, es en nuestro país como en cualquier otro, la distribución natural de los atractivos que se encuentran emplazados a lo largo y ancho del territorio nacional, cuyo orden y especificidad no necesariamente obedece a una región geográfica o política.
Es una concepción primaria, en todo caso, insuficiente para definir en su verdadera magnitud al espacio turístico, porque se hace inseparable la existencia del equipamiento de servicios, más la infraestructura básica, que son los complementos que permiten entender este concepto que, es en suma, el producto turístico.
Tal apreciación es válida y necesaria, porque sólo entonces, al separar a los atractivos naturales del equipamiento de servicios e infraestructura básica, sabemos con claridad que patrimonios turísticos posibles de ser ofertados tenemos, y que son aquellos territorios carentes de todo, que requieren de una urgente atención para enriquecer  ese patrimonio.
Pero no todo espacio turístico es consustancial a la naturaleza, porque por oposición, contamos con el espacio turístico urbano que es el ambiente artificial creado y construido por el hombre -que tiene en un primer plano a la ciudad- que es por sí solo un atractivo turístico para aquellas personas cuya residencia habitual es otra.
El Espacio turístico es en primer lugar la consideración fundamental que nos permite desarrollar cualquier sistema. Puede ser natural o citadino, o mixto a la vez, no tiene necesariamente pertenencia regional o política, pero puede delimitarse su radio de influencia o adscribir algún segmento en un determinado ámbito jurisdiccional.
Es importante hacer notar, que el equipamiento adecuadamente concebido, es el componente que hace posible dar valor a un espacio natural, que antes, solo era un hermoso paisaje, y cuando estos espacios son diseñados armoniosamente, configuran un servicio de calidad que va de la mano del precio-beneficio que los consumidores asumen gustosamente, cuando éste supera sus exigencias.
Debemos desechar el círculo vicioso que insiste en mejorar lo existente sin dar cabida a un cambio de modelo dirigido a considerar todos los recursos naturales y culturales, procurando normas y procedimientos que se ajusten a las posibilidades y dificultades reales de todo tipo y característica.
El sistema vial terrestre ecuatoriano en su recorrido, permite apreciar paisajes naturales de incomparable valor que quisiéramos visitar, siendo entonces por tanto el espacio turístico, lo suficientemente amplio, en la medida que aprovechemos entornos de pueblos, caminos y ciudades.
Sólo si encontramos el equilibrio entre el espacio y la intensidad de ocupación, podemos implementarlo adecuadamente, según sean los gustos, preferencias, expectativas y capacidad de gasto del consumidor.
Haciendo posible un sistema turístico con capacidad de dar cobertura de servicio a todo atractivo que en un territorio dado se encuentre, cuantificando el esparcimiento y la recreación más que masificarlos cuidando los límites de admisibilidad, permitiríamos un verdadero desarrollo de esta actividad en beneficio de toda una comunidad.
Casi siempre aquellas iniciativas aisladas de proyectos turísticos no responden a los lineamientos de un plan, tienen la particularidad de ser más de tipo recreativo que turístico. Es un problema semántico, posiblemente, pero necesario de aclararlo. Veamos de la siguiente manera: Un parque temático o de diversiones, así como un complejo de esparcimiento que contenga lagunas, paseo a caballo, o paseos citadinos de alguna longitud, no dejan de ser componentes desagregados que responden más a intereses de inversión, que a ser parte de un sistema.

viernes, 19 de noviembre de 2010

BARÓMETRO TURÍSTICO

VICENTE NEVÁREZ ROJAS
www.turismodesarrollo.com
Desde que entendimos en nuestro país que el turismo es la actividad de mejor proyección y última posibilidad de desarrollo para bienestar de la comunidad ecuatoriana, no nos hemos preguntado si lo alcanzado hasta ahora se enmarca dentro de las expectativas estimadas entonces. 
Como el barómetro de la O.M.T. (Organización Mundial del Turismo), referido al turismo receptivo, nos da cuenta con ponderación del avance en la presente década, tome lectura a cada detalle que estaba relacionado con lo turístico, tanto de las esferas oficial y privada, como de las gestiones y diferentes acciones de operadores de servicios, medios de comunicación y comportamiento de comunidades, que a su manera, demuestran su singular preocupación en este sector.
Algo debe estar sucediendo si es que los resultados actuales no son los esperados, como personalmente aprecio y, entonces, es posible que el común de los mortales en este país, así como nuestra dirigencia, no termine de convencerse de que el turismo es un firme renglón que mejorará su economía.
No es que no se hayan producido acciones, lo que sucede es que no hace todo lo que  corresponde para conseguir determinado fin.
Pero el turismo tiene otras facetas igual o más importante que la receptiva como para fijarnos metas en una sola dirección. ¿Acaso la sociedad ecuatoriana, incluidos obviamente los que menos tienen, ejercen satisfactoriamente su derecho a la recreación y al turismo, y en qué medida ha merecido atención el turismo social?
Sin lugar a dudas se evidencia carencia de espacios con estándares de calidad que den cabida a la población de bajos ingresos, porque la concepción que hemos asumido, está dirigida a consolidar a las empresas que atienden consumos de medianos y altos ingresos, cuando bien podemos afianzar un frente común sin distinción que a todos beneficie, pero hay que saber hacerlo.
El tratamiento de los temas turísticos y recreacional debe salir del ámbito vocacional y puramente emocional donde más aflora voluntad y buenos deseos que conocimientos, pues si entendemos a este sector en el marco de un escenario integrador multidisciplinario y catalizador social, debemos ir al encuentro no sólo de todos los posibles actores, sino además, a un racional uso de los recursos naturales, económicos y, sobre todo, humano, sin dejar de enfatizar la necesidad de compartir esfuerzos entre organismos oficiales y privados - que sin duda alguna tienen objetivos comunes- procurando normas y procedimientos que se ajusten a las posibilidades y dificultades reales de todo tipo y característica.

domingo, 15 de agosto de 2010

EL TURISMO Y LA RECREACION EN EL MARCO DEL TIEMPO LIBRE

VICENTE NEVÁREZ ROJAS
                                                                      
Aunque no son muchos los lugares de esparcimiento disponibles en nuestras ciudades, no es menos real que existen aquellos elegidos por quienes prefieren alternativas no convencionales como los de naturaleza para recrearse y, aprovechar entonces, fortalecer la unión familiar o de amistad.
Es posible que estas preferencias respondan a factores de formación o de valoración frente a un deterioro social que se quiere frenar, y siempre se podrá tener un esparcimiento dentro de ciertas comodidades sin llegar a exageraciones, pero es indiscutible que el espacio donde tales actividades se dan, no es asequible sin un mínimo de esfuerzo económico.
El hombre urbano en contraposición del hombre rural, es quien mejor manifiesta la necesidad de disponer de tiempo liberado de las obligaciones cotidianas y rígidas a las que se encuentra irremediablemente sometido, pues trabajar, estudiar, transportarse, entre las prevalecientes, son consustanciales a su existencia citadina.
Siempre nos preguntaremos si es verdad que el tiempo libre a disposición del individuo se ejerce a plenitud o lo usa éste como mejor se le antoje. Los propósitos que pudiera tener son frenados frente a la realidad de contar con un ingreso que sólo permite costear las necesidades básicas que no da margen para gastar en recreación y, menos aún, en turismo.
Se reitera permanentemente sobre la necesidad de mejorar las condiciones de vida de los sectores populares o empobrecidos, insistiendo en que la mejor vía es la de incrementar el crecimiento económico para poder generar los recursos que permitan cumplir con la mayor parte de la población, pero muy poco se hace para que entre las prioridades básicas elementales del ser humano se considere a la recreación y el turismo.

“Los políticos de América Latina hacen comentarios, cada vez con mayor entusiasmo y frecuencia, sobre la función social del turismo y de la recreación. Se dice entre otras cosas que es un derecho legítimo de las clases trabajadoras, que es complemento ineludible de la actividad laboral, que los gobiernos se preocupen por integrar a todos los ciudadanos al fenómeno turístico, tomando como punto de partida a las mayorías y que el objetivo básico del turismo social es que todos puedan participar de la actividad turística. Pero desdichadamente en los hechos muy poco de esto se concreta, porque estas declaraciones no están respaldadas por una política integral respecto al uso del tiempo libre.” (Roberto C. Boullón)

Es necesario reivindicar el valor al uso del tiempo libre, definiendo al ciudadano como sujeto del desarrollo deportivo y recreativo en función de sus legítimas necesidades y anhelos para el logro de una mejor calidad de vida y goce de vivencias.