jueves, 15 de diciembre de 2011

Publicado por diario EL TELÉGRAFO (Miércoles 7-12-11)
Vicente Nevárez Rojas

PROPUESTAS VIABLES

     La pérdida de calidad de los recursos naturales es un hecho que se evidencia por la presencia de actividades mal orientadas, entre las cuales está la turística, consecuencia de un inexistente ordenamiento territorial del espacio en que éstas se desenvuelven.
     En turismo los atractivos son recursos no perecible y fuentes inagotables de ingreso, que es, sin duda, nuestra más fuerte y segura posibilidad de crecimiento, de ahí que  es inexcusable no contar con propuestas capaces de poder competir sin angustia en un mercado cercado por una producción mundial que nos absorbe a pasos agigantados.
     Hay que tener una concepción clara del espacio turístico al que siempre nos referimos en todo planteamiento que, por una parte, son los atractivos emplazados en un territorio en cuestión y, por otra, el equipamiento de servicios más la infraestructura básica que, unidos, constituyen el producto turístico, sobre el que, sólo entonces, opera la oferta y la demanda.
     Esto nos lleva a considerar aspectos complejos que resolver, como por ejemplo:
  • Concretar un sistema turístico sobre la base de realidades tangibles, capacidad de respuesta y exigencia de la demanda.
  • Establecer formas de ocupación del territorio y necesidades de superficie por actividad e intensidad.
  • Definir capacidad ecológica y límites turísticos de las reservas naturales.
  • Determinar límites de dilución ambiental de áreas en general.
  • Control de posibles agresiones al paisaje natural original.                                                     
  • Compatibilizar a la actividad turística con la actividad propia del ambiente natural.
  • Proyectos turísticos con normas de protección ambiental, etc.
     Quedan muchas otras dimensiones que pudieran establecerse, pero lo importante es el reconocer que, al amparo de un esquema debidamente definido, podemos evitar una posible errada orientación de servicios y actividades o, lo que es peor, sobredimensionamientos que, al saturar un determinado entorno, se malogre y termine por anular al atractivo.
     En la naturaleza el paisaje no se diseña, se adapta, cosa que no ocurre con un parque urbano, donde el ambiente natural es inventado en función de la participación humana.
     Cosa similar sucede con el  turismo rural que es, de algún modo, naturaleza intervenida por el hombre. El paisaje aquí siempre será una meta, así como el acervo cultural de sus pobladores, sólo que estos lugares requieren de una sostenida intervención del Estado, tanto capacitando, a quienes lo habitan, en el cuidado de su medio natural, como facilitándoles normas de servicios turísticos, previendo que aspiraciones a rentabilidad no termine por degradar el ambiente.
     Es que como la ciencia ecológica no tiene una firme postura con fines recreativos, el turismo aparece como la actividad estratégica en el control de impactos ambientales y beneficios económicos.
    Propuestas referidas a nuestras potencialidades como bien puntualiza el columnista, economista Humberto Mancero, claro que son viables, si nos habituamos a hacer las cosas contextualmente y con conocimientos.
    
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viernes, 4 de noviembre de 2011

Publicado por diario EL TELEGRAFO 19-10-11

Vicente Nevárez Rojas 

Investigación y desarrollo

El turismo en el Ecuador, del cual solamente conocemos sus avances estadísticamente, no tiene la fuerza de una acción que nos permita evidenciar un manejo conceptual distintito a lo ya conocido, esto es, por ejemplo, priorizar a la recreación y al turismo entre las necesidades básicas más sentidas de los individuos, o si hemos de reivindicar el uso del tiempo libre definiendo al ciudadano como sujeto del desarrollo en función de sus legítimos anhelos para el logro de una mejor calidad de vida y goce de vivencias, y no solamente esperanzarnos a ser inmejorablemente receptivos o promocionadores insistentes de nuestra geografía.
Se insiste, en el Ecuador, en un formato turístico que es recurrente, insistiendo en promover a un país con grandes deficiencias estructurales en este sector que no nos permite posicionarnos como destino turístico diferenciado con la fortaleza que quisiéramos.
Debe de considerarse, a mi entender, un posible cambio de modelo que abarque todos los aspectos que hagan posible su desarrollo. Ser anfitriones, entre las tantas cosas por hacer, sin tener la casa provista de servicios y comodidades, sólo nos acarreará una pérdida progresiva de reconocimiento en el ámbito turístico. Los países vecinos debidamente equipados serán los inmediatos beneficiarios de una demanda que no supimos aprovechar.
No cabe duda de que el turismo es para este gobierno una de las preocupaciones más sentidas, a saber por las propias declaraciones del señor presidente, pero que en el marco del desarrollo del país no se aprecia con el mismo vigor de otros frentes, cuyos beneficios en el orden social y económico se perciben claramente definidos.

Libro publicado:
“EL DESARROLLO DEL TURISMO EN EL ECUADOR,
 Fundamentos y Realidades”
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Publicado Jueves 03-11-11 por diario EL TELEGRAFO

 
Vicente Nevárez Rojas
Columnista invitado*
Feriado costero
M
ientras estamos procurando hacer del perfil costero de las provincias de Guayas y Santa Elena polos de desarrollos turísticos de primer orden, tropezamos con el gran inconveniente y aparente insalvable problema que causa la gran cantidad de visitantes que, al no ser necesariamente consumidores de servicios, en algunas localidades que visitan, las impactan como consecuencia de la basura y la falta de servicios sanitarios, a lo que se agrega el estacionamiento de vehículos, buses en su mayoría, en sus estrechas calles.
Siendo la recreación y el turismo un derecho de todos, estimo necesario buscar un equilibrio oferta/demanda bajo alguna persuasión que invite a estos huéspedes a consumir en esas localidades sin que se perturbe su economía, sobre todo a quienes llegan en buses en los conocidos tours de fines de semana y feriados.
Considerar, acaso, terrenos que eventualmente pueden estar subutilizados o simplemente sin uso o, quizás, no tienen el mar y su playa condiciones para el esparcimiento.
Así podríamos alojar no solo a la masiva concurrencia que por ahora llegan a estos lugares, sino que, además, se aprovecharía para crear servicios con atención de calidad con independencia del nivel de ingreso de los usuarios; de contenido diverso para satisfacer todos los gustos y exigencias.
Casi siempre, la Administración Pública y los diseñadores especializados en espacios para el turismo tienen la compulsiva emoción de acudir con sus ideas al reacondicionamiento del malecón u orilla de mar de los pueblos costeros. En estos diseños, como es costumbre, no se consulta vinculación alguna con el resto del poblado.
Es una actitud marginal y excluyente que termina por estropear las escasas posibilidades que tiene una comunidad para crecer de manera racional, atendiendo al visitante turista, haciendo posible un sistema turístico con capacidad de dar cobertura de servicio a todo atractivo que en un territorio dado se encuentre, masificando el esparcimiento y la recreación bajo el concepto cuantitativo; cuidando los límites de admisibilidad, sería lo correcto para permitir que el mayor número de personas acceda y pueda en la diversidad encontrar un poco de equilibrio en sus vidas.
La Administración Pública, en sus diferentes niveles de gestión, apuesta con sus ideas en favor de los balnearios del perfil costero de la provincia en una saludable competencia, pero preocupante, porque puede dar lugar al establecimiento de componentes desagregados, mientras el ente rector del turismo está ausente y sin un marco al que deban referirse todos los posibles actores.
*Consultor


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